Filosofía dentro - Kim Pérez

La Lógica estructura toda la Materia, la atrae hacia sus formas puras como su Ley, está por encima de la voluntad humana, que tiene que doblegarse ante ella, es eterna, no es material, es invisible, pero existe con la evidencia del mismo pensamiento racional que la cuestione, en el único argumento ontológico irrefutable; por tanto, la Lógica es Dios, Sentido de toda realidad.

miércoles, 7 de marzo de 2007

Dentro de mí

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La experiencia humana más fundamental es la de un yo o espacio interior. Se trata de la intuición directa de una realidad, no de un concepto racional, y por tanto el análisis filosófico de lo que soy yo puede hacerse sólo fenoménicamente.

La siguiente experiencia, igualmente intuitiva, pero fundada en este caso en dos intuiciones, es la de que yo soy yo, que también se puede formular como que yo estoy aquí, cuando durante milenios no he estado y durante milenios no estaré.

Al analizar esta frase, se puede ver que en ella hay una constatación basada en la intuición del espacio interior y en la del espacio exterior (yo estoy aquí) y una deducción de otros supuestos (ni he estado ni estaré)

Sería suficiente con que esta constatación de una realidad interior se hubiera repetido y se repita continuamente, diciéndome que yo soy yo, independientemente de cualquier determinación exterior, para que la segunda parte cambiase.

Pero la primera aún conservaría una especificidad: me hace diferente de todo lo demás y todos lo demás. No sólo yo soy yo, sino que sólo yo soy yo.

Una realidad aparentemente tan pequeña y efímera, se contrapone al resto de la realidad, incluyendo en ese resto a las más grandes o más altas. Extraña simetría.

Y si sólo yo, que escribo, soy yo, cualquiera que me lea y piense en la palabra yo, también podrá decir que yo soy yo. Pero la palabra yo tiene significados esencialmente distintos cuando se refiere a mí o a otra persona que diga lo mismo de sí misma.

Todas estas intuiciones singulares plantean la extrañeza y la pregunta por su sentido. Especialmente golpea a la inteligencia la constatación de la desmesurada diferencia entre el espacio interior y el exterior.

Pero si interioridad y exterioridad no estuvieran contrapuestas, sino estructuradas, empieza a vislumbrarse la lógica de su relación, como dos aspectos complementarios de la misma realidad. Sólo que sigue intrigando la pequeñez de la conciencia humana, forma de la interioridad, frente a la inmensidad y pluralidad casi infinita de la exterioridad.

La paradoja se resolvería si la conciencia fuera sólo una parte ínfima de la interioridad, que estaría formada también por dimensiones que la sobrepasarían de tal modo que tienen que serle inconscientes, por no poder soportarlas.

Este razonamiento se acerca así a la noción de Dios, quien ya se sabe que es inaccesible como exterioridad. Lo que llamamos Dios no es objeto, no es objetivo, no es observable.

Pero la falta radical de certeza objetiva de Dios, va acompañada por la constatación de tantos hechos que escapan a la decisión humana, como nuestra presencia en un universo regido por las leyes de la lógica, o nuestra llegada a él, o nuestra salida de él, o las infinitas formas de horror que nos pueden amenazar.

Frente a esa impotencia de nuestra limitada conciencia, que también requiere un sentido, se alza la posibilidad de que Dios esté en nuestra Interioridad, sea una forma inconsciente para nuestra conciencia oculta en nuestro Espacio Interior.

De hecho, una de las paradojas que acompañan al espacio interior es que, por definición, no es observable objetivamente, pese a que es la realidad más presente para cada ser humano. Es el único espacio no accesible a la observacíón objetiva. Disponemos de telescopios para ver el espacio exterior macroscópico y microscopio para adentrarnos en el espacio exterior en su extrema pequeñez, pero no tenemos ni podemos tener instrumentos para ver diractamente el espacio interior (sólo, indirectamente, sus acompañamientos exteriores)

En lo más profundo de cada yo puede estar Dios, realidad sólo perceptible subjetivamente.

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