Filosofía dentro - Kim Pérez

La Lógica estructura toda la Materia, la atrae hacia sus formas puras como su Ley, está por encima de la voluntad humana, que tiene que doblegarse ante ella, es eterna, no es material, es invisible, pero existe con la evidencia del mismo pensamiento racional que la cuestione, en el único argumento ontológico irrefutable; por tanto, la Lógica es Dios, Sentido de toda realidad.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Yo en Vos y Vos en mí





Esta Filosofía culmina en el concepto de Razón Transcendente, exterior a la materia, pero organizadora de ella, y en la Unidad que por tanto concede a la multiplicidad de las realidades, incluida la humana, que se esfuerza en comprenderla mediante nuestros razonamientos y la crítica de nuestros razonamientos.

El ser humano llega a la percepción de la Unidad Racional de la Realidad mediante el razonamiento o más habitualmente mediante la intuición, que le permite organizar ordenadamente su vida para que tenga sentido y coherencia.

Normalmente se alcanza la unificación racional de la realidad en grado suficiente, aunque las intuiciones que la funden no puedan ser explicadas. Pero la Mística es la experiencia plena de esta Unidad, también por la vía de la intuición, no del razonamiento.

La intuición mística también puede ser sometida a crítica racional, y de hecho los grandes místicos carmelitas españoles la sometían. Esta voluntad de crítica razonada permite que se la llame Philosophia Mystica, que en Occidente es obra de Plotino, filósofo neoplatónico.

Mencionaré aquí una crítica radical de la Mística. He leído lo que me faltaba del excelente libro de Antonio Márquez sobre "Los Alumbrados" y me encuentro un alegato contra la religión de la experiencia, la Mística, a la que acusa de propiciar el inmovilismo emocional del éxtasis.

Pero esta acusación procede de un conocimiento superficial de la Mística general, quizá sesgado por el largo estudio sobre los alumbrados en particular.

La Mística carmelita piensa que el fin de la experiencia no es el éxtasis, sino la lucidez en la que se ve la Unidad en la multiplicidad y la multiplicidad en la Unidad. El éxtasis o arrebato no se da sino en un grado intermedio y quizá, en el fondo, enojoso, como otros fenómenos que acompañan a la experiencia, porque distraen de ella.

Llegado a la gran explanada final de su recorrido, el místico puede ver, hablar, actuar, trabajar como cualquier otra persona, sólo que ve habitualmente la Unidad en todos los seres y a todos los seres en la Unidad. Habrá conseguido ahondar, estabilizar y hacer habitual lo que para las personas no ejercitadas es excepcional, el sentimiento oceánico, y más.

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