Filosofía dentro - Kim Pérez

La Lógica estructura toda la Materia, la atrae hacia sus formas puras como su Ley, está por encima de la voluntad humana, que tiene que doblegarse ante ella, es eterna, no es material, es invisible, pero existe con la evidencia del mismo pensamiento racional que la cuestione, en el único argumento ontológico irrefutable; por tanto, la Lógica es Dios, Sentido de toda realidad.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Utopía del Centro

¿Es posible que una sociedad moderna ponga su Centro en el Absoluto?

Más incisivamente: ¿es posible que una sociedad moderna tenga Centro?

Respondo: lo tiene aunque no lo sepa. Pero más vale que oiga hablar de ello.

Lo moderno, que es irrevocable, es la libertad de crítica y de expresión, pero una sociedad puede mayoritariamente encontrar el Centro, respetando el derecho de las minorías a no compartir este pensamiento.

Una sociedad que mayoritariamente sepa que tiene Centro debe practicar el recuerdo del Absoluto que los hombres deseamos siempre, lo sepamos o no, y hacia el que nos dirigimos.

El Centro de la sociedad, lo sepa o no, está en los hombres que intentan verlo o sentirlo dentro de sí. Si es el Absoluto, se sabe que es el Vacío, lo Indecible, lo que no habla, lo que está más allá del bien y del mal, y por ello los que lo entrevén no hablan en su nombre.

La mayoría de la sociedad, que no llega tan lejos, practicará el recuerdo del Absoluto y la búsqueda crítica de la ley racional que rige lo que es Relativo frente a lo Absoluto. Para afirmar esas convicciones, tendrá que mantenerse a distancia de la actual ética relativista, hedonista y consumista y de los medios que la difunden. Y permitir la libertad de expresión de que quienes disienten, lo que reforzará por la polémica sus criterios.

No es demasiado utópico pensar que el futuro pueda ser así. La actual ola islámica está acercando a millones de personas a este lenguaje, aunque poniendo en grave peligro la libertad. Tendría que resonar de nuevo la voz de Ibn Arabí y su escuela ajbarí para mantener la esperanza de una fe ardiente en libertad y con respeto para todos. Tengo que mencionar al más generoso de sus seguidores recientes, el Emir Abd el Kader que vivió en el siglo XIX en Argelia, donde yo estuve en el XX.

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