Filosofía dentro - Kim Pérez

La Lógica estructura toda la Materia, la atrae hacia sus formas puras como su Ley, está por encima de la voluntad humana, que tiene que doblegarse ante ella, es eterna, no es material, es invisible, pero existe con la evidencia del mismo pensamiento racional que la cuestione, en el único argumento ontológico irrefutable; por tanto, la Lógica es Dios, Sentido de toda realidad.

martes, 22 de mayo de 2007

Lectura del materialismo histórico bajo la fórmula sujeto-objeto





En una formulación sujeto-objeto de la realidad, los fenómenos mencionados por la teoría materialista histórica se sitúan desde luego en los círculos del objeto que circundan el centro vacío del sujeto.

No voy a debatir ahora los aciertos y errores de esa teoría; diré sólo que algunas partes me parecen muy verdaderas y otras muy erróneas. Pero que Marx, sujeto, formulara su teoría en carencia de cualquier consideración del sujeto, tuvo como consecuencia el determinismo y el ahumanismo que a menudo se han visto en ella (salvadas todas las precisiones)

La consideración del sujeto como parte fundacional del conocimiento de la realidad, obliga a reconocer que la teoría, al referirse a un objeto, la lógica de la historia, requiere un sujeto.

Y en cuanto se tiene en cuenta al sujeto de la historia es preciso reconocer la función de la voluntad, como fuerza situada en el sujeto, aunque las condiciones objetivas configuren otras dimensiones de la subjetividad.

Se explica así uno de los hechos inexplicados por la teoría materialista histórica, que es la diferencia de las respuestas a situaciones objetivas similares. Tal hecho es en rigor inexplicables ante dicha teoría, que carece del concepto del par sujeto-objeto que resulta necesario para elucidarlo.

Por otra parte, al tenerlo en cuenta se evidencia el requerimiento de una disciplina o educación de la voluntad para obtener los resultados potenciales de las situaciones objetivas que se van determinando.

Liberada de una visión casi automatista, estrictamente determinista, de las condiciones objetivas de la historia, la conciencia humana deja de parecer una simple consecuencia de ellas, lo que abre el paso para considerarla como un material de construcción que puede ser manipulado o desechado como cualquier otro, y se la ve como lo que es, el sujeto agente de cualquier transformación, por más que se encuentre a su vez ampliamente condicionado por la situación objetiva.

La recuperación del sentido de la frescura y la originariedad subjetivas permite recuperar el humanismo y con él principios como la educación dialógica de la voluntad.

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