Filosofía dentro - Kim Pérez

La Lógica estructura toda la Materia, la atrae hacia sus formas puras como su Ley, está por encima de la voluntad humana, que tiene que doblegarse ante ella, es eterna, no es material, es invisible, pero existe con la evidencia del mismo pensamiento racional que la cuestione, en el único argumento ontológico irrefutable; por tanto, la Lógica es Dios, Sentido de toda realidad.

lunes, 14 de enero de 2008

Ángeles y demonios



Me doy cuenta de que la diferencia entre mi filosofía y la dominante en Europa desde el siglo XVIII es que yo la centro y ésta no se centra.

Postulo que la subjetividad absoluta esté en el centro y en el fondo de la subjetividad personal y allí organice las relaciones exactas o matemáticas entre las formas materiales.

Pero el análisis de la subjetividad personal hace ver que no soy sólo consciencia o pasividad estática, sino también fuerza viva, voluntad, palabras que se pueden traducir por espíritu.

Esto es un hecho en mí, accesible a la observación directa, que tiene que ver con los fines de la acción a los que llamaré buenos o malos, según me acerquen o me alejen de la conciencia de la subjetividad absoluta que me transcendería; buenos serían los que me hicieran por lo menos presentirla intuitivamente, en su generosidad, su creatividad, su paradójico amor, tan parecido a la música, y
malos los que me encerrasen en el egoísmo, la desesperación y la crueldad.

Hay que notar que bien y mal serían por tanto relativos a la subjetividad absoluta, al acercarse o alejarse de ella, que por ser absoluta estaría más allá del bien y del mal, pero no a la subjetividad personal, que sería también relativa a la absoluta, y por tanto sometida a la distinción entre el bien y el mal.

Nuestra vida personal es por tanto fuerza que nos lleva hacia el bien o el mal, espíritu que se acerca o se aleja de nuestro fin lógico. Fuerza angélica o demoníaca, realmente existente en la subjetividad personal, sometida continuamente a la opción o decisión libre, según nos dice una vez y otra la experiencia. Podría incluso pensarse que en el angustioso debatirse entre el bien y el mal, nuestra fuerza, nuestro espíritu puede encontrar otras fuerzas buenas o malas que emanarían todas del centro de vida que sería la subjetividad absoluta, no demostrables objetivamente, puesto que serían parte de una subjetividad, pero sí accesibles a la experiencia subjetiva.

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