Mística o razonamiento+intuición

Las Matemáticas exceden de la Materia, la atraen hacia sus formas aunque nunca pueda llegar a ellas.

La realidad tiene un plan fundamental por el que la Razón manda sobre los otros entes.

Esto lo sé; y esto es Platón. Necesito aferrarme a esto porque anoche leí un libro crucial de Javier Álvarez, “Éxtasis sin fe”, en el que con un método médico confirma la igualdad etiológica de la epilepsia, la locura, el arte y la mística.

Estímulos sensoriales como la música o los juegos de luz (o el hambre o la oscuridad) desencadenan en personas sensibles reacciones de extrema felicidad o extrema angustia, bien identificadas por su acompañamiento químico, que pueden desembocar en crisis convulsivas o extáticas.

Por tanto, las percepciones místicas están erradas, porque las impresiones de felicidad, inmensidad y sentido no tienen fundamento objetivo, sino que proceden de la química cerebral e incluso se pueden reproducir con fármacos.

Anoche se derrumbó mi prueba empírica infantil de la existencia de los Reyes Magos. Mi prueba; no la cuestión de la existencia.

Porque la primacía de las Matemáticas sobre la Materia sigue en pie, inspirando todas nuestras ciencias e identificando un proceso de entendimiento de la Realidad fundado en la consciencia, compuesta de razonamiento e intuición, no en los estados alterados de consciencia.

El razonamiento humano, que es un esfuerzo de comprensión de la Razón objetiva que rige el Universo, consiste en el descubrimiento gradual de elementos comunes a los distintos seres y de las relaciones que existen entre ellos.

Pero el razonamiento es incapaz por esta misma razón de ver la unicidad de cada ser e incluso de percibir su existencia como real, no sólo como ente de razón o abstracto; esto es lo que percibe la intuición, en un momento, así como la consciencia de la propia mente como realidad diferenciada.

Por eso, la consciencia de la Realidad debe formarse conjuntamente mediante el razonamiento y la intuición; es por ésta por la que además aspira a la unión de las percepciones y al sentido de la vida, puesto que el razonamiento, enteramente objetivo, se limita al análisis.