Filosofía dentro - Kim Pérez

La Lógica estructura toda la Materia, la atrae hacia sus formas puras como su Ley, está por encima de la voluntad humana, que tiene que doblegarse ante ella, es eterna, no es material, es invisible, pero existe con la evidencia del mismo pensamiento racional que la cuestione, en el único argumento ontológico irrefutable; por tanto, la Lógica es Dios, Sentido de toda realidad.

viernes, 22 de junio de 2007

Filosofía en Un Solo Sentido

Por Kim Pérez




Un ejercicio de autocrítica -preferiría que hubiese sido una heterocrítica- me ha permitido detectar graves defectos y precipitaciones en el texto base de este blog, que ahora pongo aquí bajo el nuevo título de "Filosofía en Un Solo Sentido", corregido con las categorías que uso en otro blog, http://flosofiadentro.blogspot.com

He puesto en los "Presupuestos metodológicos" observaciones sobre el criterio de la práctica como prueba de la verdad, que consiste en saltar continuamente de lo teórico a lo empírico, y he añadido algunas consideraciones sobre las cualidades de ese sentido y unidad que perseguimos... que requerirán una comprobación empírica.

(El criterio de la práctica significa el paso de la hipótesis a la tesis)

De este artículo, publiqué la primera versión, con el título de “Crítica de la crítica”, en el blog “Politically Incorrect”, el 4 de junio de 2005 y en el blog “Filosofía del Uno”, ya con este mismo título, el 27 de agosto de 2006.

Sobre cualquier reproducción, que me honraría, diré que me ha parecido conveniente registrarlo para Copyright en 2006; pero creo que lo real y lo justo es que se pueda hacer uso de este texto, en todo o en parte, sólo mencionando el nombre de la autora, por lo que he preferido usar un Copyleft del tipo Attribution de Creative Commons, que prevé justamente esa libertad y ese único derecho de reconocimiento del trabajo)



Actualizado el 20 de junio de 2007



NOTA PERSONAL. Con siete años, como lema para mi Primera Comunión, elegí por mí mismo una jaculatoria que decía: “Que yo esté en Vos, Señor, y Vos en mí”.

Años después, con nueve o diez, jugando en el suelo con una tartana de lata con su mulo, me di cuenta de que ansiaba un juguete que fuera Uno y que valiera por todo, un centro del pensamiento en el que pudiera reposar mi pensamiento, para que no tuvieran que dispersarse mi atención ni mis sentimientos.

Creo que ha sido también el no poder soportar la dualidad de los sexos lo que me ha hecho transexual. Esta fuerte ansia de la Unión ha sido una de las dos experiencias mayores de mi vida, junto con el descubrimiento de mi subjetividad, y puede acreditar la fuerza del amor.

Si todo tiende a la fusión en Uno, dentro de un esquema temporal de presente y futuro, ¿no será que, en un esquema atemporal, todo procede de Uno, como se ha pensado desde hace siglos?


PRESUPUESTO METODOLÓGICO


Es posible reconocer que ciertas dimensiones del pensamiento entendido como “lo que se piensa”, proceden de la realidad del pensamiento mismo, entendido como “lo que piensa”, que resulta ser una parte de la realidad destinada a la contemplación y entendimiento de la realidad.

Más precisamente, el pensamiento es la dimensión subjetiva de una realidad objetiva que lo envuelve y genera (aunque se puede discutir la medida en que el sujeto genera el objeto)

Definiré la palabra realidad, para aclarar el sentido en que la uso en este texto, antes de seguir: Por realidad quiero decir por tanto todo lo que somos y nos envuelve, por lo que la palabra realidad integra lo que nos constituye como sujeto del pensamiento como lo que percibimos como objeto del pensamiento.

Frecuentemente, pensamiento y realidad (en otro sentido de la palabra) se han contrapuesto como sujeto y objeto diferenciados, puesto que sus diferencias son evidentes, hasta el punto de examinar las propiedades del pensamiento por un lado y las de la realidad por otro; pero si el pensamiento es una parte de la realidad, algunas de sus propiedades deben remitir a las de la realidad, en general.

La realidad objetiva debe de corresponder a las funciones de la realidad subjetiva, que se integra con ella en un mismo ser. No puede existir diferencia radical entre la una y la otra, hasta enemistad (los odiados límites que nos impone la materia), sino que esa correspondencia profunda entre las funciones de sujeto y las de objeto debe ser considerada.

No somos conscientes todavía de todas las inferencias que tendría la posibilidad de que correspondan, tan fuertes como la necesidad del aire que respiramos.

¿Pero es posible comprobar empíricamnte esta hipótesis de una correlación de la estructura de la realidad objetiva y la estructura de la realidad subjetiva o pensamiento, partes de una misma realidad?

No estoy hablando de los contenidos del pensamiento, sino de sus condicionamientos reales previos. No me refiero a la "adecuación de la mente a la cosa", sino a la relación del hecho de pensar con las restantes cosas.

Uno de estos condicionamientos por lo menos relaciona fuertemente al pensamiento con la realidad de la que forma parte: necesita la verdad, incluso para sobrevivir; literalmente, un error puede ser mortal. No quito ni una letra de esta frase. Al decir esto, se da un salto de la teoría a la práctica, que es la prueba que buscábamos.

El salto de la teoría a la práctica elimina cualquier sospecha de tautología en este sistema de correspondencias del pensamiento con el conjunto de la realidad, porque las tautologías ocurren exclusivamente en el plano teórico.

Por tanto, el llamado criterio de la práctica permite comprobar que los postulados de sentido y de unidad del pensamiento corresponden a la estructura de la realidad.


EL SENTIDO


Creo que hay por lo menos un supuesto o postulado del pensamiento que puede conmovernos si consideramos que traduce la realidad objetiva:

Se trata de que pensamos porque suponemos que pensar tiene sentido; de aquí se infiere que suponemos que la realidad objertiva sobre la que pensamos tiene sentido o que no es un conjunto caótico.

El postulado del sentido está vinculado a lo que se puede llamar la economía del pensamiento. El pensamiento es un trabajo que se realiza, lo diré con humor involuntario, con medios escasos; requiere un esfuerzo y para realizarlo se tiene que postular que ese esfuerzo tenga sentido, es decir que conduzca a algo que no se tenía al principio y que se tiene después: un conocimiento.

Como hecho de la economía del pensamiento (optimizadora del rendimiento de los medios limitados de que disponemos), ponerse a pensar, realizar el considerable esfuerzo de pensar, postula que este trabajo tenga sentido, porque si no lo tuviere, no valdría la pena realizar ese esfuerzo.

Pero para que el pensamiento tenga sentido, debe postularse también que la realidad objetiva lo tenga, lo que nos remite a un significado práctico de la palabra sentido, relacionado con el dolor, que se concretaría en que esta realidad objetiva, a menudo dolorosa, conduzca a un estado que sólo puede ser ir de un menos a un más,en la escala dolor-alegría, para que tenga sentido para mi pensamiento o subjetividad.

Pero todavía más fuertemente, si nuestro pensamiento, convertido en acción consciente, trabaja por acomodar la realidad a nuestra voluntad, es porque presuponemos que hay esa posibilidad y por tanto que la realidad tiene ese sentido, más allá de sus dificultades, peligros, dolores y contradicciones.


EL SENTIDO TIENE QUE SER ÚNICO


Si la realidad objetivo-subjetiva tiene sentido, este sentido tiene que ser único, porque si no lo fuera, nuestros actos estarían sujetos al caos de la dispersión, y nuestro propio pensamiento quedaría roto, disperso, sin posibilidades de unificación, incoherente, contradiciendo el sentido que pretende.

Si nuestro pensamiento se desuniera en la pretensión de varios sentidos, que podrían ser contradictorios, sería incoherente; estaría compuesto por fragmentos dispersos, menores o mayores, pero más o menos inconciliables. No podríamos hablar: nuestras expresiones estarían rotas, serían absurdas. Es decir, en pocas palabras: no podrían existir o subsistir el pensamiento ni la expresión.

Pero la unidad de sentido del sujeto corresponde a la unidad de sentido del objeto. Si nuestro pensamiento es coherente, si nos permite avanzar en el conocimiento del objeto, es por que éste es coherente, está unido en su sentido o dinámica, y el pensamiento que se integra con el objeto, como la función que consiste en su conocimiento, es también coherente y unido.

Si no lo fuera en su profundidad, como único sentido de su ser, el pensamiento tendría que dispersarse en mil direcciones y sus hilos quedarían incomunicados e incomunicables para el mismo sujeto que los piensa, que así se vería amenazado por una especie de esquizofrenia, que es precisamente lo que más podemos temer como sujetos del pensamiento, el extravío, la incoherencia, la aparición ante nuestros ojos de un mundo discordante e incomprensible.

¿Pero cuál puede ser tal sentido?

Una ansia o voluntad poco consciente nos empuja hacia formas mentales que pueden representarse como la unidad o la fusión de los distintos, incluso en la actividad del análisis racional, que consiste fundamentalmente en la búsqueda de síntesis y aun de síntesis de síntesis, pretendiendo siempre la síntesis definitiva.

¿Puede decirse algo de la llegada al final?


LA UNIDAD


Empíricamente, la mente pide un punto donde pueda descansar con plena consciencia, distinto de la abdicación del sueño. Para que un descanso sea posible, necesita que allí no haya pluralidad, ni distinciones, ni adjetivos.

Que la mente lo necesite, es señal de que será posible hallarlo. Entonces, la mente estará formada como ese punto o habrá descubierto en sí ese punto de unificación y descanso.

¿Sólo para descansar y volver luego al trajín de la distinción?

El descanso sólo puede ser absoluto si es estable o conscientemente definitivo. Para que sea lógico querer llegar a ese estado definitivo, tiene que valer como el resto de la realidad o más que el resto de la realidad, y entonces, llegar a él es el sentido de la vida humana, que específicamente es la vida de la consciencia.

Ya fuera de este estado, donde no se piensa, sólo se contempla, se le dan los nombres que conocemos: Absoluto, Perfección, Dios, lo Indecible, la Iluminación...

Por ser una pluralidad, ya los nombres manifiestan una realidad inferior a ese estado, que luego llega a las distinciones entre bien y mal, acierto y error, sujeto y objeto.

Son estructuras del pensamiento que parece que corresponden a las estructuras de la realidad.

lunes, 11 de junio de 2007

Matemáticas, materia y sujeto-objeto



Las Matemáticas son las reglas de las relaciones numéricas.

Pitágoras descubrió que las Matemáticas no están sólo en la mente humana, sino que organizan la realidad material.

Por tanto, hay reglas que prevalecen sobre la materia. Ésta es la única esperanza de inmortalidad que podemos argumentar racionalmente.

La acción de las Matemáticas sobre la materia no crea valores exactos pero es tendencial. Ésta es la verdad que halló Platón.

La Lógica es las reglas de las relaciones numéricas y no numéricas. Por tanto, la Lógica debe de organizar también todas las relaciones de la realidad material.

La Sintaxis es las reglas de las relaciones lingüísticas. Conceptos, juicios y discursos son relaciones que obedecen las reglas de la Sintaxis universal descubierta por Chomsky.

Ni la Lógica, ni las Matematicas, ni la Sintaxis reglan realidades, sino las relaciones de las realidades. Sin embargo, su existencia es una realidad. No son un lenguaje, sino las reglas que dan sentido a los lenguajes.

La inteligencia humana puede sentir la realidad por la percepción o la intuición de su existencia (o "estar fuera") y las relaciones que hay en la realidad por razonamiento.

Hay dos maneras de existir irreductibles, la de la materia variable y la de las reglas invariables. Ambas existen en el sentido de que están ahí fuera. Hay un orden de la materia y un orden de las reglas, que organiza tendencialmente al primero hacia una exactitud o perfección materialmente inalcanzable.

Ambos órdenes son objetos para el sujeto que los conoce y existen por tanto en un tercer orden previo, el de lo objetivo frente a lo subjetivo, caracterizado porque las propiedades de las realidades a las que se refieren son diferentes.

En particular, dos de las propiedades de ambos órdenes son transcendentales: el sujeto se ve por dentro, lo que lo diferencia del resto de la realidad que ve por fuera (¡el resto del Universo!)y el sujeto puede conocer por fuera todo lo macroscópico y lo microscópico, pero no tiene acceso a conocer por dentro a otro sujeto ni éste a él.

Este orden de la realidad fue ignorado por Platón y sin embargo es desde él desde donde se descubre la complejidad del orden de la materia y el orden de las reglas y es en él donde se produce la preocupación por la propia mortalidad.

domingo, 10 de junio de 2007

Problemas e hipótesis



Problema: si la mente depende como efecto del cerebro como causa, no hay esperanza para el ser humano. Extinguido el cerebro, se extinguiría la mente. Casi todas las evidencias que conocemos van en ese sentido.

Hipótesis: La relación cerebro-mente puede no ser la de causa-efecto, sino análoga a la de superposición software-hardware. Si fuera así, una y otro serían realidades distintas, aunque interactuasen. Algunas evidencias van en ese sentido. En especial, las Matemáticas parecen organizadoras de la realidad material e independientes de la inteligencia humana.

Problema: si la relación cerebro-mente fuera la de dos realidades diferentes, se plantearían muchos problemas empíricos: ¿Cuál es el soporte de una mente diferenciada? ¿Cómo se produce la interacción? ¿Hay unas instrucciones binarias básicas? ¿Se puede elaborar un modelo de interacción?

martes, 5 de junio de 2007

Del diario: 5 de junio de 2007




El otro día sentí algo respecto a mis postrimerías, que luego he olvidado. Esforzándome y rezando por recordarlo, pienso que es el temor de que me acerco a la muerte sin haber resuelto el problema del valor moral de mi vida, marcada por algo tan tremendo como una emasculación voluntaria, y de lo que hago públicamente y en relación con otras personas.

¿He hecho bien, como razono, o he hecho mal y me he dejado llevar, como temo?

No llegaré a saberlo mediante el análisis racional.

Puede que el sentido de mi vida haya sido otro: la separación entre yo y lo demás, que siempre he sentido espontáneamente y que acaso haya sido favorecida por mi disforia o haya favorecido mi disforia, que viene de la separación entre yo y mi cuerpo, o entre yo y toda mi persona.

Ahora, estoy a punto de entrar por esta puerta a fondo –situación notable, tercer estado de consciencia, según Gurdiaev- y puedo descubrir lo que hay al otro lado. No puedo quedarme quieto ni retroceder, porque sólo esto me sería imposible, como querer no ver lo que se ha visto.

Tengo que perfeccionar mi separación como consciencia o sujeto de la realidad objetiva. Me empuja a ello incluso mi angustia con el primer estado de consciencia, el sueño, ante el que me veo indefenso, entregándome a él sin poder dominar situaciones como el ahogo o apnea que ya me atacó una vez durante la siesta.

Eso me produce una tremenda claustrofobia, ante la sumisión de mi consciencia a las leyes de mi cuerpo, que de momento eludo poniéndome en manos de Dios cuando me voy a dormir; me angustio demasiado, pero sólo podré vencer si emancipo a mi consciencia de sus condicionamientos materiales.

Todo me empuja a dejar de lado esta ascesis, siento impulsos de amor que a lo mejor lograré integrar, pero no puedo dejar de intentarlo, ahora que estoy cerca de esta grandiosa aventura.

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